La R.A.E. lo define de la siguiente manera:
Vulnerabilidad: Cualidad de Vulnerable.
Vulnerable: adj. Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente.
Está claro que con esta definición ¿Quién va a querer mostrarse así?
Efectivamente, ni el tato.
Por otra parte, gracias a que estoy aprendiendo a resignificar las palabras que me importan, le he dado una vuelta para que signifique lo que de verdad es para mí.
El poder de las palabras puede cambiar muchas cosas, tanto en nuestro cerebro como en nuestra vida.
Si no lo has probado te lo recomiendo.
¿Cuál es mi definición de VULNERABLE?
MARTUS DICTIONARY:
Adj. Que puede elegir y elige, mostrar sus emociones de forma auténtica, abierta y honesta.
Añado que además, mostrarte de esta forma, permite identificar mejor cada emoción para gestionarla más eficientemente y logra que tu entorno, te vea de forma más humana, más real y también genera unidad grupal. Ya que una vez te muestras vulnerable, según mi experiencia, tu entorno te acoge y acompaña de forma más empática.
Pero también es interesante observar delante de quien nos hallamos y tener claro que mostrarnos vulnerables es nuestra elección, independientemente de la opinión del de enfrente.
No se trata de buscar aceptación, sino de compartir como nos sentimos, para que sepan desde donde estamos respondiendo y cual es nuestra percepción de lo que está ocurriendo, estén de acuerdo con nosotrxs o no.
Aunque para llegar a este último punto, tenemos que haber trabajado mucho la relación con nosotros mismos y nuestro manejo de la aprobación externa.
No te he contado todavía, que percibo y experimento las cosas que me ocurren con mayor sensibilidad e intensidad que la mayoría de las personas, es un rasgo propio de mi personalidad, innato y algo que he rechazado de mí durante gran parte de mi vida.
Esto significa que siempre he sentido las cosas de forma muy muy fuerte: desde palabras, miradas, expresiones faciales, sonidos, olores, sabores, etc. Todo a la máxima potencia.
En el pasado, antes de todo mi aprendizaje, mi reactividad era inversamente proporcional al dolor que permitía que me causara eso que yo sentía como “agresión”.
Por supuesto, todo eso tenía que ver también con las heridas de mi niña interior de rechazo y abandono. Pero eso es algo a lo que le dedicaré un post completo, más adelante.
He leído y escuchado a muchos expertos sobre este tema, porque necesitaba entender los motivos de mi emocionalidad exacerbada. Esa, que la sociedad y yo misma considerábamos excesiva y por la que me han reprochado tantas veces mi comportamiento y que tanta vergüenza me hacía sentir cuando sucedía. Intentaba controlarme a tope, pero claro, se acumulaba y la explosión era tipo bomba nuclear.
Es una lástima la falta de educación en este sentido, porque si la hubiera tenido, habría comprendido mucho antes, que es normal sentir emociones pero que disponemos de alternativas cuando en lugar de control, aplicamos comprensión y amor, en definitiva, ponemos en marcha la gestión emocional.
Esa definición oficial de la R.A.E. tampoco hace ningún favor, pero sí que encaja con lo que la sociedad quiere hacer de nosotros. Si nos convertimos en seres que ocultan lo que sienten, que no se interesan por lo que realmente son o quieren en la vida, tampoco lo hacen por los demás, con lo que nos podemos convertir en personas frustradas, poco empáticas y así, pueden manipularnos más fácilmente, limitar nuestras posibilidades y de paso romper la conexión entre unos y otros.
Y es que, si todos queremos lo mismo en la vida, es más fácil manipularnos, porque nuestro foco está en la escasez y que a base de que nos repitan lo que no podemos ser o tener, pueden ir imponiendo cosas como que comprar, que estudiar, en que trabajar, como nos debemos comportar, con qué tipo de personas relacionarnos, con quien no, que objetivos tener en nuestra vida , etc.
¿Y quién se molesta en buscar su propia autenticidad, cuando nos programan desde bien pequeños para seamos y hagamos lo que aprueba la sociedad o lo que la mayoría de las personas consideran aceptable? ¿Dónde queda tu individualidad, lo que tú quieres y tu capacidad de reflexión (que es lo que nos diferencia de los animales)? ¡Ajá!
Fueron muchos años los que me sentí como una persona diferente, por mi alta sensibilidad y por las muchas cosas que despiertan y despertaban mi curiosidad y sobre las que quería aprender.
Mostrarme vulnerable no era una opción, porque lo que me importaba era como me veían los demás, su juicio. Así que sobre todo en mi preadolescencia y durante muchísimos años, me construí el personaje de «Yo puedo con todo y no necesito a nadie«.
¡Gran error, claro! Pero con las herramientas que tenía, de forma inconsciente, es lo que elegí creer.
Y es que, si no tengo construido mi propio autoconcepto de forma sólida y sólo veo como válida la aprobación exterior, dejo de ver las posibilidades que tengo dentro listas para mí.
Lo que ocurría también cuando era niña, es que la mayoría de niños de mi edad se comportaban como se “esperaba” de ellos y los adultos los mostraban como ejemplo. Por eso con los escasos recursos que tenía, decidí elegir sin dudarlo que eso era lo «correcto«, básicamente para ser aceptada.
Durante bastante tiempo intenté actuar como el resto, como si todos fuéramos iguales. Quise ser la niña buena y me esforcé tanto en hacer lo que se esperaba de mí… Que por supuesto, fracasé.
Básicamente porque esa, no era yo.
Sentía un gran conflicto interno y con esa guerra interior, llegué a mi adolescencia con una rebeldía total. Cuando me decían SÍ, yo decía NO de forma automática, sin buscar coherencia ni reflexionar en si tenía alguna lógica aquello que me decían o no. Decidía por encima de todo, hacer lo opuesto de lo que los adultos de mi entorno me decían, sin pies ni cabeza.
He tenido que recorrer un largo camino, hasta que he descubierto la importancia de aceptar que las emociones las siento de esta forma. Y que yo no soy mis emociones, gracias entre otros a @tuerestucoach (IG).
Y cuando hablo de aceptación no estoy hablando de resignación ni de renuncia, sino hablo de acoger lo que eres y sentir tus emociones de tal forma que notes desde donde vienen, para poder parar, respirar y gestionarlas con la mayor amabilidad, paciencia y amor posible; en lugar de intentar controlarlas y bloquearlas para evitar que salgan.
Las emociones son las que me dan pistas sobre si me siento bien o si tengo un conflicto con algún tema o situación. Las emociones son sólo el canal a través del cual podemos aprender mucho sobre nosotros y los demás. Cuando las manejamos con calma y amor conseguimos elegir nuestra actitud ante aquello que nos sucede.
Hasta que no he hecho introspección y sobre todo, hasta que no he tomado acción, para expresar de forma asertiva lo que siento, pues no he aprendido a mostrarme vulnerable, conmigo y con mi entorno.
Es cierto, que hay que saber elegir, pero también es cierto que, si tenemos un mayor aprendizaje a nivel emocional, las palabras ajenas se pueden acoger de una forma diferente, porque como tu te muestras no va a depender de lo que opinan los demás sino que te da el poder para elegir la actitud que eliges tener. La opinión externa puede ser respetable, es interesante escucharla o no, pero lo que está claro es que es suya y se queda para quien la transmite, no para quien la recibe.
Tengo más claro que nunca que sin libertad no puedes ver tus opciones, las que están ahí para ti. Que, si te das el permiso para observarte y observar lo que Sí quieres en tu vida, tienes una perspectiva tan amplia y vibrante de lo que puedes ser y alcanzar, que los límites que venían contigo, los puedes dejar atrás y de pronto puedes elegir los tuyos propios.
Me ha costado muchos años mostrarme vulnerable, pero me ha enseñado que:
1) Mis emociones son totalmente lícitas por el hecho de ser mías.
2) Lo importante es exteriorizarlas.
3) Si me muestro vulnerable y lo doy a conocer, de forma asertiva, a la persona que está ahí en el momento en el que algo ha sucedido y comento como me siento, sin acusar, sino desde mi emoción y mi responsabilidad, además de no acumularse en mi interior, las personas de mi entorno me comprenderán mucho mejor, incluso aunque no lo compartan. Y al final lo que logramos gracias a ello, es mayor una conexión.
Hay que ser valiente, sí, porque nuestro cerebro opone resistencia al cambio ya que muchos comportamientos los tiene automatizados y cambiar supone un esfuerzo que nos quiere ahorrar. En el fondo es el encargado de velar por nuestra supervivencia.
Lo más importante es tener claro el Para Qué, el fin por el que deseamos ese cambio.
Y cuando hay coherencia ese trabajo de desaprender lo que ya NO, para aprender lo que AHORA sí, te acerca a tus valores y vale la alegría.
Es un caminito de Rosas, ya que acercarnos a nuestra esencia es ilusionante y bello, pero también hay espinas que tendremos sortear e ir puliendo mientras caminamos.
En mi caso, estoy sintiendo tal liberación, paz y plenitud, conmigo misma y con quienes están en mi vida, que me ha sido difícil encontrar palabras para definirlo, pero necesitaba compartirlo.
Cómo todo en la vida, sólo quien decide actuar y experimentar puede saber lo que se siente 100%
y además, lo maravilloso es ver cómo todo cambia cuando tú cambias tus elecciones.
Te invito a que te lo plantees y a que te des el permiso para SER.
¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Y lo mejor?
¡Tú decides!