Cuando iba a la escuela, en el instituto y en mi vida adulta, ha habido mucha gente que ha señalado de forma muy poco constructiva, lo independiente que era mi personalidad y lo variado de mis gustos, elecciones, inquietudes y preferencias vitales:
”¡Que rara eres! Siempre a tu bola. Ser tan rara solo te traerá problemas o cosas malas. Nunca serás feliz” ”Eres tan rara que nunca tendrás amigos de verdad” “Con ese carácter siempre estarás sola”.
Como anécdota, en un viaje con personas que consideré en ese momento “amigas”, les comentaba que prefería quedarme en el hotel y aprovechar la playa privada, en lugar de hacer 4 horas de coche para llegar a otra playa. Su respuesta fue: “Aquí hemos venido todas juntas y no para ir cada una a su aire”.
Ahí ya me di cuenta que no quería ir ni a la vuelta de la esquina con gente que no respetaba mis necesidades, ni mi individualidad, ni lo que soy.
Pero como suele suceder, muchas veces me tragué el sapo. Otras muchas, gracias a mi trabajo personal y a mi intuición, fui hacia donde sentía que sería más feliz.
Y acerté, incluso cuando me equivocaba era un acierto el aprendizaje que sacaba de ello. Ya que la decisión había sido tomada de forma consciente y estaba alineada conmigo y con mis valores.
Todo lo vivido, me ayudó a entender que necesitaba otro entorno, uno “trampolín”, como dice Sol Aguirre.
Gente curiosa, abierta, respetuosa con los procesos y decisiones de los demás, gente que en lugar de juzgar, escucha activamente y te da el espacio que necesitas cuando lo necesitas, sin más.
Claro que lloré y elegí de forma inconsciente sufrir por este tipo de frases soltadas de forma cruel, juzgando sin entender, sin empatizar, sin escuchar y sin conocerme ni un poquito… Pero seguí haciendo y optando por lo que a mi me hacía FELIZ.
También decir que aquí no hay culpables… Aquí lo que hay es Responsabilidad Individual, cada cual decide como interactuar y con que se queda de sus acciones y que decide dejar atrás.
Durante gran parte de mi vida, elegí que para sentirme válida, correcta o aceptable, necesitaba la aprobación externa de cualquier persona, cualquiera valía, ¡Craso error, claro!
Somos seres sociales que necesitamos sentirnos parte del grupo… Pero Joder, no parte de cualquier mierda de grupo. Elige donde quieres estar, con quien eliges compartir, porque ahí está la clave.
Comprender que cuando alguien te suelta este tipo de juicios, frases dañinas, etc. habla más de las carencias y frustraciones propias, que de las ajenas, para mí ha sido un click importante en mi forma de relacionarme conmigo misma y con los demás.
Pero esto no es Bambi.
Llevarlo a tierra no es fácil. Tomar acción, cuando tú te sientes como un gusano por tener personalidad propia y marcada. Por tener clarísimo que no quieres ser parte de las ovejas del gran rebaño. Cuando te pilla insegura, sin autoestima, sin autoconcepto, ni autoamor.
Cuando tú eres tu peor enemigo porque has interiorizado que no vales, que no eres suficientemente perfecta, (ojo, ni lo serás), que estás fuera de la norma a todo nivel, que no eres merecedora de cosas buenas, que no estás siguiendo el camino que se “espera» de ti.
Pues claro, sufres, lloras, pataleas, por esa frustración de no caber en la caja que te han dado.
Como si fuera posible entrar en una caja idéntica para todos, cuando no tiene nada que ver con lo que somos. Una caja que no has elegido, una caja standard, como si cada uno de nosotros NO fuera ÚNICO.
Es como tratar de meter unas botas altas en la misma cajita que unos patucos de bebé, a ver cómo hacemos para que quepan. Te aviso que no van a entrar y si no lo sabes ver, te quedarás frustrada para siempre o totalmente fuera de lugar diciendo: «Pero si me han dado esta caja ¿Por qué no entro? ¿Por qué consigo todo lo que me han dicho que tengo que tener y sigo sin estar feliz?»
Por supuesto, también debo reconocer que gran parte de mi vida, ni tenía las herramientas para comunicarme de forma asertiva ni tampoco sabia elegir el momento, con lo que mi aprendizaje comenzó desde mis propios errores. Recibí mucho de lo que di también en negativo. Juzgué mucho…
Debo decir que en el pasado estaba convencida, que soltar lo que pensaba a bocajarro, significaba que estaba siendo sincera. ¡Manda huevos! Aquello era crueldad y faltar al respeto.
Pero esos horribles comportamientos míos, me hicieron aprender por donde NO y por donde SI. También marcó mi interés en el ser humano, en investigar el por qué y el para qué de nuestras reacciones, comportamientos y acciones.
Y aumentó mi curiosidad por aprender a GESTIONAR mis emociones y no a CONTROLARLAS.
Lo que es dentro es fuera. Lo que dices a otros, te lo sueles decir a ti misma…
Elegir bien las palabras es tannn IMPORTANTE…
Y cuando lo sabes manejar desde el lugar adecuado, de forma amable y compasiva y además te lo aplicas también a ti misma, es liberador.
Para mi, trabajar la vulnerabilidad y mostrarla ha sido vital para este cambio de perspectiva.
Importantísimo también aprender a PEDIR, porque en mi interior lo tenía como algo negativo ¡Va de retro! DAR es positivo, pero pedir es pecado, ¡No pidas! Que se note que tú puedes con todo.
¡Ajá! ¡Claro que sí, guapi! NO NECESITAS A NADIE…
Cuanto daño han hecho estas frases lapidarias que nos inculcan o con las que nos quedamos, como si estuviera prohibido expresar lo que necesitas y necesitar a los demás de forma sana. Con lo importante que es.
Cuando de verdad despiertas y te das cuenta, que TODOS necesitamos de los demás y los demás de nosotros y que esa colaboración es maravillosa para los seres sociales que somos. Es como descubrir la sopa de ajo…
¿Que nadie puede con todo, que eso es una película más que nos han vendido y nos la hemos tragado completita?…
¡Ah, espera! ¿Que cada persona tiene unas habilidades, aptitudes y características que la hacen única y buena en muchas cosas y que no sirven sólo para ella misma, sino que incluso pueden ser útiles y positivas para los demás?
¡UFFF QUE LIBERACIÓN! ¡GRACIAS!
No tengo que poder con todo. Puedo optar por aprender a elegir bien a quien pedir y a quien dar.
Eso me da infinitas posibilidades… Me ha costado tanto entender esto…
No digo que sea fácil, pero es un punto de partida que permite ver las múltiples opciones que tenemos, justo delante nuestro.
Estaría bien que fuera como un “Trueque” del Neolítico, dónde una familia intercambiaba los excedentes que tenia y que no necesitaba, por los bienes que no tenían y que necesitaban de otras familias.
Aplicado al mundo actual, cambiaríamos el concepto para intercambiar aptitudes que tengo, por aptitudes que necesito de otras personas y a la inversa.
2×1 = Es un trato justo y además se genera Oxitocina* para todos los que intervienen. (*Es una hormona que segrega el cerebro y produce una gran sensación de felicidad).
Lo cierto es que nos comen el coco con lo que es normativo, correcto, con la vida ideal que debemos alcanzar, ¿debemos, en serio?
Como si sólo existiera un único tipo de VIDA posible para ser feliz y que además hiciera felices a todos por igual: «Estudia una carrera para tener un trabajo de éxito y con salida, cómprate una casa ideal, construye la familia perfecta, etc».
Pues vaya coñazo sería para todos tener el mismo tipo de vida “de ensueño”. Ya puestos nos podrían fabricar en serie y listo…
Tristísimo…
Desde muy pequeños, nos quedamos con toda la información externa sobre lo que está bien o mal según la sociedad, también con lo que nos cuentan nuestros padres, nuestros amigos, conocidos o extraños…
Y con las pocas herramientas de las que disponemos, nos vamos marcando objetivos con esa visión sectaria, limitada y nada cercana a lo que queremos o sentimos que encaja mejor con nosotros y nuestra vida. De ahí la poca felicidad que nos genera a veces lograr ciertas metas, quizás porque nunca fueron nuestras.
Sería tan importante entender que todos somos únicos y que nuestra felicidad depende de nuestra autenticidad y honestidad con lo que somos en esencia.
Hay tan poca educación emocional y tanto interés en que seamos hormigas obreras que no se salgan de la fila, que me parece muy preocupante.
Lo digo desde mi posición de hormiga obrera, porque yo me tragué todo el cuento y sigo sorprendiéndome de cuantas cosas tengo integradas que me limitan.
Pero esto ya sería abrir otro melón.
¿Qué es lo que Sí sientes que quieres en tu vida? y ¿Qué es lo No? ¿Lo tienes claro y definido? ¿Te lo has preguntado alguna vez?
Yo cada cierto tiempo me vuelvo a preguntar todo esto y otras muchas cosas, para ajustarlo a mi realidad de cada momento.
Porque no somos medusas, ni organismos unicelulares…
¡Somos cambio! Cambiemos de caja cuando así lo sintamos; entremos en cajas en las que nos apetece ESTAR y sobre todo, en las que nos sentimos libres de SER.
Tener claro el camino nos ayuda a ser más felices con nosotros y con los demás.
Seamos raros, mostremos lo que nos diferencia y hace únicos. Elijamos cuidadosamente de quien queremos rodearnos y con quien compartir nuestra autenticidad.
No hay nada que perder y muchísimo que ganar.
¡Piénsalo!
Firmado: LA RARA